Quienes me conocen saben que el fútbol me trae al pairo, a excepción de los partidos de 'La Roja'. Y aunque por tradición familiar, principalmente por parte de padre, yo he sido supuestamente siempre del Real Madrid, hace años ya que se ganó mis antipatías... Me parece un equipo desagradable por su eterna chulería y por ese modo de mirar más el negocio y la caja registradora que el propio juego. Y aunque no entiendo demasiado de este deporte-negocio, vaya por delante, es obvio que el señor Florentino es empresario del fútbol más que Presidente del mejor Club de Fútbol del mundo, título que hoy por hoy, guste o no, sigue ostentando por derecho propio el Real Madrid.
Pero ayer, aparte de encajar cinco goles del Barcelona, lo cual diga el entrenador luso lo que diga, es humillante, el Real Madrid dejó de lado la caballerosidad, característica propia de madridistas durante décadas y que como casi todo, parece estar fuera de moda. Esas reacciones propias de rabieta de niño malcriado no son propias de deportistas de élite. Estos nenes que visten calzones de Calvin Klein y viajan en autos de lujo, acostumbrados a ser triunfadores que se saben protagonistas allá por donde van, deberían aprender algo de educación elemental. Sin educación y sin saber estar no eres nadie. Y del mismo modo que hay que saber ganar, hay que saber perder.
Y es que mi abuelo ya lo decía: "En la mesa y en el juego, se conoce al caballero". Una gran verdad. Por más que mi amigo David se burle de mí cuando la cito.
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