martes, 22 de febrero de 2011

La dictadura de los 'gorrillas'

Esta mañana me he cogido uno de mis típicos mosqueos. He tenido que ir a Hacienda, lo cual ya de por sí no es agradable, en la sede de Guzmán el Bueno de Madrid. He tenido que ir en coche, porque aunque el Alcalde se empeñe en que deje el coche en casa, teniendo en cuenta que tengo que trabajar, que vivo en Alcobendas y que en Hacienda sólo te atienden hasta las 14 horas, pues como que o voy en mi coche o no llego a Hacienda... Y no, no he podido solucionar mi problema en la Delegación de Alcobendas...

Busco sitio para aparcar. Algo complicado pero bueno, es cuestión de dar vueltas y pillar a alguien que se marcha, ya sabéis: estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Tras dar muchas vueltas veo sitio. ¿Mi cabreo? Mi cabreo se debe a que además del parquímetro que tengo que pagar al Ayuntamiento, que tengo que tener las moneditas justas, porque si no no puedo pagarlo (aun teniendo billetes o tarjeta de crédito, ni tampoco la maquinita da cambio), que si me paso media hora en Hacienda porque hay cola me atizan un multazo del diez, además de todo eso, me piden el impuesto revolucionario. Decenas de 'gorrillas' cada diez metros. Esa pobre gente que me pide dinero por decirme dónde puedo aparcar, a pesar de sentirme perfectamente capacitado para ello sin ayuda de nadie. 

El problema no es que me pidan dinero. Soy consciente de que tratan de ganarse la vida. El problema es que en cierta ocasión no pagué el 'impuesto' y a mi regreso uno de mis retrovisores estaba destrozado de una patada. Eso ya no es pedir, eso ya es exigir, amenazar, chantajear, extorsionar. Por lo tanto si te niegas a pagar, te vas con el temor a lo que le puedan hacer a tu coche en represalia. Y a eso no hay derecho. Ya pago por aparcar mi coche ahí. O pago al Alcalde o pago al gorrilla.

Por tanto pienso, que ya que no puedo elegir y tengo que pagar al Alcalde, este debería procurar que no exista este tipo de extorsión y en lugar de preocuparse de quitar a los músicos de la calle (leer mi entrada en este blog sobre el tema del 8 de febrero) podía preocuparse de que el ciudadano que paga y pone su papelito pueda marcharse tranquilo sin temor. Y si ya de paso el ciudadano puede sacar el papelito con tarjeta, como corresponde al siglo XXI, pues mejor, porque uno no siempre tiene las moneditas de las narices... o que de cambio, como cualquier maquinita expendedora del mundo...


jueves, 10 de febrero de 2011

Cerrado el Asador del insumiso anti-ley antitabaco...

Se puede estar de acuerdo o no con la Ley antitabaco, como se puede estar de acuerdo o no con cualquier otra Ley. Pero las leyes están para cumplirlas y el desacuerdo de ningún modo puede justificar el incumplimiento y la insumisión. Al famoso propietario del Asador insumiso de Marbella le han cerrado el local por incumplimiento reiterado de la ley antitabaco (leer noticia)

Varios apuntes:


  • Estoy a favor de la ley porque el beneficio que proporciona el placer de fumar al fumador (que es el único argumento para defender que se permita fumar) no puede imponerse a los múltiples beneficios que proporciona que no se fume sobre los no fumadores. 
  • El dueño del asador de Marbella no mira por él, ni por su negocio ni por la defensa del tabaco. Es un chulo insolente y no hay más que ver sus apariciones en televisión y su trayectoria en este asunto, desafiante y amenazador, para darse cuenta de que, una vez más, los odios políticos e ideológicos siguen alejando a este país del modelo de nación moderna y progresista que algunos pretendemos llegar a ser. 
  • Y por si hay dudas, este señor no me cae gordo porque esté en contra de una Ley que yo si apoyo. Es un señor que me cae gordo porque es el prototipo de cromagnon hispano cacique que hace que la España profunda aún no sea cosa del pasado. Los racistas, xenófobos, homófobos y machistas están hechos de la misma pasta.  



miércoles, 9 de febrero de 2011

El FMI la fastidió con Rodrigo Rato al frente...

Resulta que Don Rodrigo 'Unmomentito', como le llamaba Gomaespuma, no lo hizo tan bien y que la fastidió bien fastidiada. Para que no se me tache de partidista podéis leer la noticia en medios de  muy diferente tendencia:



Tiemble Caja Madrid.... de momento la privatiza (es que le puede el síndrome de abstinencia desde que fuera Ministro...).

martes, 8 de febrero de 2011

Con la música a otra parte...

Hay que ver que el Gobierno Municipal de Madrid debe tener pocos problemas que resolver y mucho tiempo libre. Ahora van a prohibir tocar música en la calle, bajo sanción de hasta 750 euros por músico y con posibilidad de requisar sus instrumentos.

Es esto una muestra más de gobernar para los ciudadanos? Confundir manifestaciones artísticas en la calle  con mendicidad, es no entender nada de la vida, ni del mundo ni de su ciudad. Habrá gente que interprete música con mayor o menor fortuna, pero estoy convencido de dos cosas: que alegran y adornan la alegría de mi ciudad y que preferirían ganarse la vida haciendo música de otra forma. En más de una ocasión músicos callejeros han adornado mi paseo por algún rincón de mi ciudad.

Si vamos a París o a Praga y escuchamos tocar el acordeón o el violín en sus rincones, vendremos fascinados. Pero claro, Madrid no es ni París ni Praga. Aquí tenemos a Gallardón. 

Más nos valdría a los madrileños que se ocupase de lo importante, como los niveles escandalosos de contaminación que sufrimos los madrileños y que sólo hemos sabido hacer frente cambiando la ubicación de los medidores a zonas menos agresivas. Claro que el problema es ya tan grave que ni la trampa puede ocultar la magnitud de lo nocivo de nuestro aire.

Si queréis podéis leer la noticia en la revista Rolling Stone 

Por cierto, señor Gallardón. Las calles de Madrid son de los madrileños, no de su Alcalde.

lunes, 7 de febrero de 2011

Las operadoras de móviles.

El mundo en el que vivimos nos proporciona una situación de auténtico privilegio tecnológico. Realmente es increíble las cosas que podemos hacer con nuestros 'Smartphones' estemos donde estemos. Son auténticos ordenadores de bolsillo que nos permiten hacer fotos, hacer videollamadas, jugar online, conectarnos a internet, recibir el correo electrónico en tiempo real y estar conectados a cuantas redes sociales estemos registrados. Como decía la canción 'la ciancia avanza que es una barbaridad...'

Pero conforme vamos avanzando a velocidades vertiginosas, es curioso como las operadoras telefónicas que nos proporcionan estos servicios tecnológicamente tan avanzados, se empeñan en aparentar ser empresas prehistóricas cuyo objetivo es desesperarnos y complicar las cosas más sencillas. Me refiero, claro, a los servicios de Atención al Cliente.

Para empezar nunca hablas con una persona directamente. Hay que ahorrar costes y nada más marcar hablas con una máquina, que después de preguntarte tu número de teléfono que nunca entiende y acabas marcando con el teléfono, te recita un menú insoportable para que indiques cuál es el motivo de tu llamada. El motivo de tu llamada nunca está en el menú, por lo que acabas indicando cualquier opción que se acerque de lejos a tu pretensión, lo que te lleva a un submenú que ya nada tiene que ver con lo que quieres preguntar, que por cierto, sería muy sencillito explicar a alguien si hubiese alguien a quién poder explicárselo.

Después de perder el tiempo hablando con la máquina, buscando tu opción en el menú e intentando que te entienda, porque tienes que seguir hablando con la máquina pero la muy puta nunca se entera de lo que le dices, puede que te digan eso de 'nuestros agentes se encuentran ocupados...'.

Tres horas después consigues hablar con un operador o agente.

El operador/a te saluda muy amablemente y te pregunta tus datos. Tu número de móvil, que por cierto ya tuviste que decirle a la maquinita (para qué repetirlo de nuevo), tu nombre, tu dni, partida de nacimiento y apellidos de soltera de tu madre. Por fin consigues que te hagan casito y si consigues oir al operador, que no siempre es fácil por el follón que tienen en los 'call center' y porque pueden estar situados al otro lado del océano, puede que te den una solución a tu consulta. A veces ocurre que la solución depende del agente que te toque, pues es curioso que en este mundo de la telefonía móvil caben resultados distintos en función del operador, día y hora a la que llames. Esto lo digo por propia experiencia.

Mi último caso.

Este sábado de repente me quedo sin cobertura. Llamo a mi compañía (da igual cuál porque esto es aplicable a cualquiera de ellas) y tras pasar por todo el protocolo descrito me dicen que se ha fastidiado la SIM y que vaya a una tienda distribuidora y que en el acto me dan un duplicado.

Así lo hago. Me voy a aun Centro comercial que tiene una tienda y me dicen que allí no tienen duplicados de SIM. Me cojo el coche y me voy a otro Centro comercial y a otra tienda. Tampoco tienen. Llamo a Atención al Cliente. Tras el protocolo de rigor de nuevo, pregunto por tiendas en mi zona donde puedo conseguir la dichosa SIM, pues obviamente no está disponible en todas. Me dan dos tiendas. Voy a la primera. Recorro la ciudad, consigo aparcar y ¡sorpresa! la tienda está cerrada. Un sábado por la tarde. Pienso, 'que negocio tan boyante que se permiten cerrar un sábado por la tarde'. Vuelvo a llamar a Atención al Cliente. Les pido por favor que me den la dirección de una tienda que te ofrezca la SIM y que esté abierto, claro. Me indican otra en otro Centro Comercial. Sigo quemando gasolina y nervios y mala leche en aumento...

Por fín llego y consigo el duplicado de mi SIM. Tiempo invertido: casi tres horas en llamadas, desplazamientos en coche, colas en las tiendas y negativas. Del gasto en combustible ni hablamos.

¿Es este el concepto en este país de la Atención al Cliente y de los servicios postventa? No se trata sólo de conseguir clientes. Hay que mimarlos como merecen. Y al menos prestar un mínimo de atención a la gente cuando surgen los problemas. Y exigir a los distribuidores que estén preparados para resolver contingencias. 

El problema es que en esto no hay competencia. No hay libertad de mercado. En esto todas son iguales. ¿No se puede legislar el asunto de modo que se cumplan unos mínimos? ¿Por qué hay ciertos tipos de empresas que parecen tener vía libre para hacer lo que quieran con nosotros? 




jueves, 3 de febrero de 2011

Visita de la Señora Canciller...

Hoy tenemos a la señora Angela Merkel de paseo por España. Y se me ocurren varias cosas.

  • Esta señora está cansada de que Alemania sea la locomotora de Europa, pero viene a España como si fuese la Inspectora Jefe de la situación económica y financiera de España y nos dice lo que debemos y no debemos hacer. A pasar revista, vamos.
  • Entre lo que debemos hacer, aparte de las pensiones, la reforma laboral, la subida de IVA y demás putadas al españolito medio, nos dice que aún debemos hacer más restricciones.
  • Entre lo que no debemos hacer, que eso de subir salarios conforme al IPC ni hablar: sólo se deben subir sueldos cuando las empresas tengan beneficios.
  • Y encima el Gobierno actúa como si estuviese encantado de que la señora Merkel nos haya dado un caramelito por hacer bien los deberes y aún se permita darnos un tironcito de orejas. Que bien, Angelita está contenta con nosotros. Pues a lo mejor hay que ponerla un poquito en su sitio.
Angelita de mis horrores
Cada día entiendo menos. Pero lo que está claro es que todas las medidas van en la misma dirección. ¿Para cuando unas medidas que vayan dirigidas a la depuración de altos cargos de la Administración Pública, de altos ejecutivos, de consejeros de administración de empresas, bancos y cajas y de empresarios ineptos y pseudodelincuentes? 

Eso si. Estemos tranquilos. El señor Rato en lugar de dar préstamos y créditos para que los autónomos y pequeños empresarios puedan salir adelante, saca a bolsa Caja Madrid. Lo mismo que hizo cuando fue Ministro del PP: privatizar. Fórmula mágica para todos los males. (Qué a gusto se quedaron en el FMI)

Lo que os digo. Que cada día entiendo menos.


miércoles, 2 de febrero de 2011

Habemus pacto

Que contentos están todos. Gobierno, sindicatos y empresarios. Por fin han llegado a un acuerdo. Que alegría, que felicidad. 

¿Y por qué yo no estoy contento?

Porque el pacto que yo quiero y espero no va dirigido a apretar una vuelta de tuerca más a los mismos, que ya no nos quedan agujeros en los cinturones. El pacto que yo espero va dirigido a otros. 

Va dirigido a que los bancos devuelvan la pasta que los españolitos tuvimos que darles para reflotar sus enormes dislates. Va dirigido a poner freno a los sueldos, indemnizaciones escandalosas y blindajes de los altos ejecutivos y consejeros de administración de las grandes empresas, mientras despiden gente, suben la luz y la gasolina y lloran por las esquinas porque han ganado menos que el año anterior (porque lo de las pérdidas ya no nos lo creemos). Va dirigido a que los ex-presidentes de gobierno no puedan compatibilizar sus pensiones con cargo a los presupuestos generales (que curioso, también lo pagamos nosotros) con sus sueldos millonarios por asesorar a grandes empresas. Va dirigido a reconocer que el sistema no funciona y que la solución no está en que los trabajadores trabajemos más y cobremos menos.

Pero claro. Si este pacto tan celebrado fuese dirigido a todo lo que yo deseo, ya no estarían tan contentos. Los contentos seriamos nosotros y eso no puede ser. De ningún modo.