jueves, 22 de noviembre de 2012

¡Y se armó el Belén!

Vaya, esto de la fé cada día es más complicado. Toda la vida poniendo a la mula y al buey en el portalito de Belén que montamos en casa, y ahora S.S. Benedicto XVI nos dice, como quien no quiere la cosa, que nunca hubo mula ni buey en el portal en el que nació el niño Dios.

¡Que chasco! Esto me recuerda a años atrás, cuando Juan Pablo II nos aseguró que no existía el Infierno. Luego Benedicto XVI le desmintió. ¡Cuanta contradicción! Veinte siglos dando el coñazo con el rollito y amenazando con las calderas de Pedro Botero y resulta que ahora los Papas no se ponen de acuerdo y que el asunto no está claro. 





Y yo claro, que fui un niño de mi época, que hizo la Comunión, que fue a Catequesis, que se confirmó y que estudió religión en el cole, pues claro a mis casi 44 estoy hecho un lío, porque me asaltan muchas dudas.

Una de ellas es como reciben los Papas estas informaciones tan reveladoras. Yo los imagino como al Presidente de los EEUU, con un teléfono rojo en el despacho en linea directa con el más allá. Supongo que con San Pedro, que es a quién sustituyen en el cargo. El teléfono suena, y San Pedro les dice, 'oye Bene, que lo de la mula y el buey es una leyenda urbana, coño, que ya esta bien de rollo después de 2000 años'.

Porque claro, estos cambios bruscos de pensamiento tienen que venir de fuentes fidedignas. Lo que me desconcierta son las contradicciones sobre el infierno. Supongo que en el Cielo habrá prensa de diversos colores y que será mas o menos como si la noticia la da 'El Pais' o la da 'La Razón', que hablan de lo mismo pero nada que ver.

Así que desconcertado me encuentro. Los que tienen que estar realmente jodidos son los fabricantes de Belenes, porque claro, soltar este shock mediático justo antes de la Navidad, no parece muy oportuno por parte de la Iglesia. Claro que a eso ya nos tiene acostumbrados, ¿verdad? 

Yo de todos modos y aunque sólo sea por fastidiar, me casaré con un hombre y mantendré al buey y la mula en mi Belén. Y si no les parece bien, pues que me llamen por teléfono.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

14N

Hoy es 14 de noviembre de 2012. Me he unido a la Huelga General y he asistido a la manifestación. Me siento orgulloso de ambas cosas.

He crecido en el Estado de Bienestar. Sin hacer nada por mi parte, he gozado desde que te tengo uso de razón de unos derechos civiles, sociales y económicos que mis antepasados lograron para que mi generación, y las venideras, pudiéramos disfrutarlas. 


Todos los derechos que hoy consideramos básicos has sido logrados a lo largo de la historia con el esfuerzo, lucha, sudor, sangre y lágrimas de mucha gente. Y hoy estamos asistiendo a su desmantelamiento.

Es justo que ahora me movilice por no perderlos, por las generaciones presentes, por las futuras y por respeto a quienes las consiguieron y nos las entregaron. Es una mera cuestión de responsabilidad. Incluso de gratitud.

Todos los días previos al 14N he oído que no sirve para nada, que cae en saco roto, que no vale la pena arriesgar. Si la vale. Desde la abolición de la esclavitud, la igualdad de los negros, pasando por la equiparación de la mujer al hombre, el logro de una jornada máxima de trabajo o el día de descanso semanal, hasta llegar al más reciente matrimonio homosexual, no se han conseguido desde el sofá de casa. Se han ocupado otros, eso es lo que ocurre, y nos hemos beneficiado todos los demás. Pero quienes lo hicieron entregaron sus vidas, unas veces temporalmente y otros incluso carnalmente.

Pero vivimos el momento más crítico de la Historia de España desde el restablecimiento de la democracia (digo restablecimiento porque aunque a algunos les escueza ya hubo en la II República) y nos toca a nosotros. No se trata de hacer heroicidades, se trata de protestar, de decir basta ya a los abusos, de que el pueblo recupere el poder soberano que constitucionalmente le corresponde. Y el coste que pueda conllevar será a corto plazo, a momento inmediato, pero el coste de no frenar esta situación tendrá efectos durante décadas.

Y queramos o no, sólo hay una forma legítima de hacerlo. Hay otras, pero desde luego no tan legítimas. 


martes, 25 de septiembre de 2012

Miedo.

Aún no he visto las noticias de televisiones ni periódicos, pero si he recorrido un twiter en ebullición. Parece que la Policia ha arremetido con desproporción hacia los manifestantes. No es de extrañar.

No es de extrañar, porque la derecha siempre zurra. Con los medios de que disponga a su alcance. Y ahora los tiene todos. Y no es de extrañar porque la clase política mayoritaria tiene miedo. Miedo de perder sus privilegios y miedo del hartazgo de un pueblo asfixiado, maltratado y estafado.

Yo no lo soporto. No soporto estas decisiones políticas encaminadas a seguir forrando a las grandes empresas y a la banca, a mantenerse en el poder el mayor tiempo posible, en satisfacer los deseos de Alemania e, inexplicablemente, en hundir cada vez más al país. No soporto este bipartidismo enfermizo que se autoalimenta para perpetuarse en el poder.

No soporto los recortes en educación y sanidad, ni las subidas de IVA, de transportes públicos, de luz y gas, de combustibles, de productos básicos, ni las reformas laborables que tan sólo benefician los despidos... son las políticas que hacen por nuestro bien. No soporto que permitamos que nuestros jóvenes se marchen. No soporto tanta tomadura de pelo.

Pero tampoco soporto a ese ciudadano parado que vota a la derecha como panacea de sus males. ¿Qué esperabáis? La derecha en el mundo defiende el neoliberalismo, y el neoliberalismo no defiende ni al obrero básico ni siquiera a la clase media. A ver si nos enteramos de una vez. 

Espero que las protestas vayan a más. Terribles dictaduras han sido abatidas en la 'Primavera árabe'. Cuidado, que torres más altas hemos visto caer. Miedo. Tienen miedo. Que lo tengan.


Foto de Reuters sacada de www.rtve.es



miércoles, 4 de julio de 2012

Clímax

La oscuridad era casi absoluta. Silencio, tan solo roto por la respiración de la persona que estaba junto a mí, cuyo ritmo se iba acelerando mientras apretaba más y más mi mano. Las pulsaciones aumentaban y la tensión arterial subía un par de puntos. Cuerpo a cuerpo, cada vez más cerca, más pegados. Podía percibir el aroma de su piel y su proximidad facilitaba que su pelo me acariciara la cara. La excitación iba 'in crescendo' mientras empezaban a escurrirse las primeras gotas de sudor por nuestros rostros. Los finísimos vellos iban erizándose y los músculos se iban tesando. La segregación de adrenalina estaba llegando al máximo y de repente... el climax se apoderó de nuestros cuerpos y nuestras mentes...

El asesino disparó sobre su cuerpo y ¡sorpresa! No era el mayordomo. Inimaginable. 

The End. 

Y de nuevo se hizo la luz. 

martes, 19 de junio de 2012

Al final como en casa, en ningún sitio.


No puedo dormir, no se por qué. Últimamente me ocurre, no por preocupaciones, que las tengo, como todos, sino porque me temo que ya no soy un joven que duerme en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, como antaño...

He puesto la televisión y estaban poniendo un capítulo de 'Españoles por el mundo'. Este tipo de programas que han conseguido que los españolitos nos sintamos unos auténticos pringados. Uno se siente un fracasado y no para de pensar ¿Qué he hecho con mi vida, que ese tio está ahí y yo estoy aquí? 

Destinos para todos los gustos. Playas, montañas, valles, desiertos, grandes capitales. Países de los cinco continentes, de ambos hemisferios. Seas como seas encontrarás un destino que te agrade. Profesiones de todo tipo: Médicos, arquitectos, empresarios, cocineros, monitores de esquí acuático... Todos con aparentes vidas perfectas. 






Si a ello le sumamos la crisis que nos azota, y que desear lo ajeno y no valorar lo propio es muy español, el sentimiento de vida perdida se incrementa. Pues no. No estoy de acuerdo. Niego la mayor. No puede ser oro todo lo que reluce. 


Primero porque sus vidas estarán llenas de problemas y pequeñas miserias como las nuestras. Como las de cualquiera. No hay vidas perfectas. Ni destinos perfectos. Y segundo porque tenemos un país increíble, tan variopinto en su esencia, en sus orígenes, en su cultura, en sus lenguas, en sus paisajes, en sus caracteres que bien podrían ser un montón de distintas naciones en una sola... 

No necesitamos emigrar para disfrutar de un gran país. No necesitamos buscar playas paradisíacas, ni montañas nevadas ni verdes valles, ni ciudades magníficas, porque tenemos de todo eso. Tenemos sol, tenemos lluvia, tenemos folclore, tenemos cultura, tenemos gastronomía, tenemos alegría y sentido del humor como nadie. Somos romanos, celtas, árabes, judíos, latinos, mediterráneos, fenicios. Somos altos, bajos, rubios, morenos. Tenemos mar y tenemos desierto. Lo que necesitamos es convencermos. Creernoslo y defender lo nuestro. Algo que nunca hemos sabido hacer los españoles. Solo cuando ganan la roja, Nadal o Alonso nos reconciliamos con nosotros mismos. Craso error.


Ya sé, ya sé. Sé lo que estás pensando. Pero aún estando de acuerdo contigo, me ratifico en lo dicho.


Otra forma de amar.

Cuando M. fue a conocerlo antes de decidirse a adoptarlo, fue amor a primera vista. Se abalanzaron uno hacia la otra y no hubo lugar a dudas. Bastó compartir unos minutos para saber que ambos se habían encontrado. Decidido. Tras arreglar los siempre engorrosos protocolos legales, antes de lo que pensaban ya estaban juntos en casa.

No buscaban tanto recibir amor como poder darlo. Ambos se dan ese cariño sólo comparable al que hay entre madre e hijo y que se alimenta con el día a día. Pasado un tiempo, el cambio físico de T. fue espectacular. Engordó unos kilos, inmaculadamente aseado, pelo estilosamente recortado y peinado, estaba irreconocible. Todo el mundo lo decía. Han bastado unos meses para que parezca otro. 

Ella encontró una forma de cariño que desconocía y que jamás hubiese imaginado tan plena. De hecho, en el pasado nunca entendió a aquellas personas que habían vivido la misma experiencia y que la calificaban de maravillosa y satisfactoria, a pesar de los sacrificios que conlleva esta responsabilidad. Ahoro no sólo les entendía, sino que estaba orgullosa de haber dado ese paso. Descubrió una nueva forma de amar insospechada hasta la fecha.

A él simplemente le salvaron. Le dieron esa oportunidad que hasta el momento le había negado la vida, que debió ser dura como mostraban sus gestos de temor a ser golpeado tras una regañina de M. Porque a pesar del amor y del cariño, hay que educar y regañar. Pero T. había sido una evidente víctima de maltrato.

Ambos se han convertido en dos seres que se buscan y se necesitan. Se intercambian cariño, gestos, compañía. Ella le cuida con todo su amor y el responde con el más sincero de los agradecimientos.

M. ha sufrido mucho en los últimos tiempos, pero también ha aprendido mucho de la vida y de sí misma, y ha sido capaz de resurgir de la tristeza y hacer frente a la visa con valentía. Y aunque todos los que la queremos la hemos apoyado incondicionalmente, nada hubiese sido lo mismo si su perrito Tino no hubiese entrado a formar parte de su vida. Así que a Tino le debemos haber devuelto la sonrisa y la ilusión a M. Y aunque Tino se ha convertido en un marquesito consentido, sabe ser agradecido y corresponder en tan justa medida. 

Gracias Tino.

miércoles, 13 de junio de 2012

La Luna.

Intenté dormir pero era imposible. Su fulgor invadía mi habitación y por más que me diese la vuelta en la cama de espaldas a la ventana, la luz se reflejaba en las paredes como en un espejo. La Luna llena quería decirme algo y su insistencia me estaba desvelando. 

Es cierto, podría haber bajado la persiana y asunto arreglado, pero su llamada tiene ese efecto hipnótico que te impide esquivarla. Me preocupaba no poder dormir y que el despertador me aporrease los sentidos sin haber descansado lo suficiente. Pero entonces advertí que estaba confundido.



No debía esconderme ni rehuirla. Había que sentirla, que mecerse en ella, permitirla que acariciase mi piel desnuda semioculta entre las sábanas. Y así, dejé que me acunara mientras la permitía ser testigo de mis más profundos sueños. Sin darme cuenta la Luna y yo éramos uno compartiendo experiencias oníricas cuyos secretos jamás desvelaría. 

A veces la vida es como la Luna. En apariencia nos incomoda pero a menudo es una llamada de atención de que lo que nos espera es algo grande. Una incómoda senda que conduce a un vergel de sensaciones y experiencias sin las que nuestra vida acaso carecería de todo su sabor. Y recorrer el camino con ilusión y optimismo, dejándonos llevar por la llamada del destino, arriesgando, peleando y paladeando, es la única vía de una existencia plena y en paz.

Hay otros caminos, otros puntos de vista y otras opciones, faltaría más. Pero hoy por hoy y por más que algunos se empeñen, no echaré la persiana sino que seguiré meciéndome en la Luna. 

Necesito soñar despierto y necesito vivir soñando. 





sábado, 12 de mayo de 2012

Gracias.

Vivimos tiempos convulsos. Crisis sin precedentes, descréditos, desesperanzas. Ponemos en tela de juicio el sistema, la autoridad, nuestro gobernantes, todo aquello en definitiva que machaconamente se nos ha estado vendiendo como válido, como únicas opciones, como lo mejor o al menos, lo menos malo. 

Al malestar general se une en mi caso, un mal año, una mala racha, de esas que pasan, pero que mientras deciden abandonarte te van desanimando cada día un poquito más. Y aunque sigo pensando en lo afortunado que soy, que lo soy, no soy de piedra y los golpes me duelen como a cualquiera. Nada grave, o quizá sí, quién sabe el límite entre levedad y gravedad, acaso depende de cada uno, y es inevitable pensar que a tus 43 castañas no hay pata firme que sujete tu silla y sientes mareos y vértigos. Todo aquello que considerabas estable se torna endeble y te faltan manos y pies y dientes para sujetar lo que consideras fundamental y, sin saber el motivo, se va difuminando progresivamente hasta desaparecer.

Pero afortunadamente ahí están. Aquellas personas a las que de verdad importas y que siempre están. También hay otras que te sorprenden gratamente y que no contabas con ellas y que descubres que te ofrecen su apoyo y su cariño. Otros están lejos y la distancia les limita en la acción pero no en el cariño y la intención. Pero a estos me referiré en otro momento. También el caso contrario, las decepciones, los que presuponen que tú presupones que están pero que se relajan y echas en falta en momentos difíciles. Pero tampoco a estos quiero referirme. No sería justo pues en otros momentos si estuvieron. Y la familia, pero tampoco este es su momento.

Quiero referirme a mis cuatro gorditos. Por orden estrictamente alfabético David, Mar, Pablo y Rubén. Son mi segunda familia sin duda. Y gracias a ellos uno pierde el temor a las putadas que la vida te pueda deparar, porque vivo en el convencimiento de que con ellos nunca estaré desamparado, pase lo que pase. Lo mejor que se puede decir de los amigos es que siempre están. Y ellos siempre están. Sin pedirlo, sin condiciones y sin esperar nada a cambio. Están para cuando necesite, con uso y con abuso. Incluso aceptan un 'hoy no me apetece', lo que no todo el mundo entiende y acepta y que supone una de las mayores muestras de respeto. 

A mi madre siempre le preocupa que no viva en pareja, porque le asusta que me pase algo y piensa en la soledad como algo peligroso para mí. Pero mi madre puede estar tranquila, porque les tengo a ellos y tan sólo me separa una llamada de teléfono para movilizarles. No tendré hijos y ya no sé si pareja, pero sé que el día de mañana enferme o pierda el trabajo o mi casa les tengo a ellos. Y no me faltará un techo, un cuidado, un cariño y un plato en la mesa.

Ellos son el verdadero tesoro que acumula una persona a lo largo de su vida. Lo que te anima a tirar hacia adelante y lo que te impulsa a ser optimista. Y es que si bien la familia es un bien dado por la vida y por la fortuna (como la Monarquía, no pierdo ocasión) las amistades las labras tú, las eliges tú y te eligen a tí. Ese es el verdadero valor. Ellos conocen mis virtudes y mis numerosos defectos, mis miserias, mis alegrías, mis preocupaciones. Pero no sólo no juzgan sino que a pesar de todo ello te escogen y te quieren y te respetan. Eso es la amistad. Y eso es la familia adquirida. La segunda familia. 

Sois mi tesoro. Gracias en estos tiempos difíciles. 


sábado, 21 de abril de 2012

Pidiendo perdón.

Ayer me preguntaba una compañera de trabajo, el motivo de obligar al Rey a pedir perdón. Otra dijo que cualquiera puede ir de vacaciones donde quiera. No lo entendían.

Y yo dije lo que digo ahora. El Rey no es cualquiera. El Rey tiene que cuidar lo que hace. No es cuestión de que sea legal o ilegal, es cuestión de formas. Y es que si la mujer del César además de ser buena debe parecerlo, en este caso estamos hablando del propio César.

Esto no es cuestión tampoco de estar a favor o en contra de la monarquía. No es esto lo que quiero debatir ahora y además mi opinión es sobradamente conocida. Es cuestión de que el Rey se ha equivocado. Se esté a favor o en contra de la Institución, no se puede pedir a un pueblo azotado por la crisis económica que soporte cinco millones de parados, el combustible por las nubes, el copago sanitario (que lo negaron sobre la Biblia, pero como temíamos va a llegar en breve), los recortes en Educación, supresión de becas y subvenciones a las Pymes, incrementos en la presión fiscal, salarios de vergüenza... no se puede, decía, pedir a un pueblo que soporte todo esto mientras el Gobierno concede una anmistia fiscal a los multimillonarios y su monarca se va a cazar elefantes a África.

Es una cuestión de imagen, de respeto al pueblo, de mostrar la solidaridad del Rey con sus conciudadanos, que no súbditos. Con independencia de la opinión que me merece quién es capaz de matar a un animal por mero entretenimiento y encontrarlo divertido (tampoco este es el debate). 

El Rey tiene un papel constitucionalmente reconocido como representante del Estado y símbolo de su unidad y permanencia. Un papel que debe desempeñar con sumo cuidado. Por este motivo, los presuntos actos delictivos de su yerno son más graves que los mismos actos cometidos por un desconocido. No desde un punto de vista legal, pero si moral. La familia real debe ser ejemplar. Y no son capaces de serlo, es que no sirven para este trabajo, que a fin de cuentas, es lo que es. Es su empleo, su modo de ganarse la vida y su responsabilidad. Lo mismo me sirve para cualquier político. Aunque a estos, al menos, tengo la opción de no votarlos. 

Guardar las formas y los detalles está pasado de moda tanto en la vida pública como en las relaciones personales. Pero los gestos siguen siendo fundamentales en la vida, pues una buena actuación en el fondo puede verse enturbiada por un mal gesto.  Y si nos toca sufrir la crisis, no te pido que la sufras conmigo, pero que menos que pedirte que no hagas ostentación de riqueza mientras en mi casa no hay para comer. 

Agradezco su perdón. Este gesto si lo valoro. Pero su actuación ha sido de una torpeza de fabulosas dimensiones. Su hijo debería tomar nota. Le recuerdo que los españoles ya echamos a Alfonso XIII...

Pueblo con hambre, desempleo, desesperación, desigualdad, Reyes, Iglesia, Nobleza (empresa y clase política), ostentaciones... ¿Realmente estoy en 2012?



martes, 6 de marzo de 2012

Jefes

Ser jefe no consiste en estar remarcando continuamente su posición dominante ni en recordarte que eres un pobre diablo nacido para obedecer. Ser jefe no consiste en considerarse magnánimo cuando te hace la más mínima concesión humana. Ser jefe no consiste en esperar el asentimiento del equipo que está a sus órdenes a todo lo que dice. Ni en echar broncas insoportables.


Ser jefe consiste en saber gestionar los recursos de que dispone, incluido los humanos. En saber pedir responsabilidades y transmitir autoridad pero siempre con el debido respeto. Saber dar seguridad al equipo pero sabiendo escuchar, pues las ideas brillantes pueden estar alojadas en cualquier cabeza. Sólo hay que permitirlas aflorar. Ser jefe consiste en exigir esfuerzos en los momentos precisos pero también dando ánimos y reconociendo el mérito del esfuerzo y del trabajo bien hecho. 

El buen jefe prefiere que el personal enfermo se recupere en casa a que contagie a todo el departamento. El buen jefe entiende la naturaleza humana y que hay días mejores y otros peores en la vida de cualquier persona. Y sabe que cada uno somos un mundo, incluido él. El buen jefe sabe que un equipo que trabaja con buen espíritu es más eficaz que el que trabaja amargado. Sabe exigir sin maltratar. El buen jefe prefiere los resultados y la productividad frente al horario.

El buen jefe da la cara por su equipo, le apoya y le anima. El buen jefe saca lo mejor de su gente en lugar de resaltar lo peor.

¿Cuántos buenos jefes conocéis? 

domingo, 4 de marzo de 2012

Talento.

Este fin de semana he tenido la fortuna de ver Tartufo en el Teatro Victoria. Dirigida por Paco Obregón, ha conseguido una adaptación innovadora, fresca, moderna y divertidísima. Con tan solo una silla como escenario y un guapo saxofonista que para mí era el nexo de lo que allí ocurría, logró representar la magistral obra de Molière y hacernos disfrutar de lo lindo.



Todos cuantos allí estábamos, menos una señora del público con cara de espanto, que no daba crédito a lo que sin duda ella consideraba un destrozo del clásico, admiramos absortos a Dorina, la criada cabal y leal que se niega a asumir la ceguera de sus señores y que hace lo imposible por que reconozcan la realidad de Tartufo, personaje falso y siniestro.

Ana Gijón dio una lección de energía. Bailaba, se movía, gesticulaba una y otra vez y volvía a saltar, brincar y volver a gesticular. Sin histrionismos, error frecuente entre los actores y actrices. Y una lección de interpretación. Recitaba un texto imposible con una impoluta entonación, precisión y vocalización a una velocidad imposible. Incluso cuando Dorina no hablaba, Gijón estaba interpretando. Hasta el punto de que los ojos del público se apartaban del personaje que en ese momento tenía la palabra y se fijaban en lo gestos de Dorina. Esta chica habla sin hablar. Con sus ojos, con su cabeza, con sus manos, con todo su cuerpo. Nos hizo estremecer. 

¿Exagero? Id a verla y me lo contáis.

Cuando la obra terminó y abandonamos el teatro, no pude dejar de tener sentimientos encontrados. Por un lado el entusiasmo de haber disfrutado. Por otro, la zozobra que me da pensar que en esta vida la suerte juega un papel en exceso protagonista. Harto de ver malas profesionales sobre las tablas, en las carteleras o en programas de televisión, si Ana Gijón tuviese la suerte que merece, en breve estaría entre las grandes.

Ana tiene pasión y además nos la transmite. Salimos apasionados y enamorados de su forma de hacer y de hacernos sentir. Espero de corazón que tenga la suerte que merece y que en unos años pueda obtener el fruto de tanto esfuerzo. Poder vivir de su pasión, de su vocación. Algo que este país se empeña en impedir a sus jóvenes.

Por cierto, si queréis verla aquí podéis sacar las entradas: http://www.atrapalo.com/entradas/el-tartufo-_e57415/

Mucha suerte, Ana. La mereces. No pienso perderme ninguna obra en la que trabajes.

lunes, 13 de febrero de 2012

E.S. II

Impecable. Siempre impecable. Trajeado, perfectamente rasurado, elegante. Siempre con corbata y con los zapatos más brillantes que los de un militar. Algo más de un metro setenta, con gruesas gafas y escaso pelo blanco y un buen tipo para su edad.

Como todos los inteligentes, tenia un gran sentido del humor aunque un difícil carácter, implacable incluso, eso sí, perfectamente dominado por ella, su esposa, de mayor sentido del humor aún y que sabía llevarle como nadie tras cuarenta años de matrimonio. Cortante y distante en apariencia, nadie osaba tutearle y quién le trataba lo hacía siempre con gran respeto. Incluso anteponían el Don a su nombre, de modo inconsciente. Su prestancia invitaba a ello sin que te dieras apenas cuenta. Pero siempre un caballero.

Toda su seriedad la aparcaba cuando se trataba de sus nietos. Les preparaba juegos, les escondía los regalos de Navidad haciéndoles pasar pruebas que debían ir superando para lograr el deseado premio. Al pequeño de la familia le permitió licencias que jamás sus hijos hubiesen podido imaginar. Era la viva representación de un patriarca que cuidaba a su familia, pero manteniendo la prudencial distancia de quién no quiere interferir. Si le necesitabas le tenías, pero jamás se metía en los asuntos de sus hijos.

Era un tipo inteligente, de vasta cultura. Lector insaciable, gran conversador y mejor discutidor. Llegó lejos y no fue más allá por no renunciar a sus principios ideológicos. No era precisamente amigo de la Dictadura aunque tuvo que sobrevivir en ella, como tantos. Y sobre todo, siempre trabajador. Pocos hombres tan trabajadores y tan amantes de su trabajo. Jamás se jubiló. Siempre en su despacho, aferrado a su inseparable máquina de escribir y siempre arreglado por supuesto, como si en cualquier momento fuese a recibir la visita más comprometida. 

Supo fundir pasiones y profesión: la docencia y la gastronomía. Años después de dirigir la Escuela Superior de Hostelería y Turismo de Madrid, ingresó en la Real Academia de Gastronomía. Esa fue la última ocasión que vi a mi abuelo vivo: en su discurso de ingreso. Falleció en su despacho a los pocos días, trabajando como siempre. Se marchó en un suspiro. No llegó a tomarse el zumo de naranja que le estaba preparando mi abuela para merendar. Su corazón, su siempre punto débil, le fue infiel hasta el final.

El día siete de febrero se cumplieron 27 años de este día. Hoy quiero recordar el 'tecleteo' de su máquina de escribir y declarar mi orgullo de llamarme como él, como su padre y como el mío. 

 

jueves, 9 de febrero de 2012

Definiciones

Involución.

  1. Acción y efecto de involucionar. (R.A.E.)
  2. Detención y retroceso de una evolución biológica, política, cultural, económica, etc. (R.A.E.)
  3. Inhabilitar a un Juez por investigar una trama de corruptos que, por cierto, aún están en la calle tranquilamente.
  4. Juzgar a un Juez por pretender que los familiares de las víctimas de una dictadura militar puedan recuperar y honrar sus restos.
  5. Pasar de ser la octava economía del mundo a tener cinco millones de parados.
  6. Tener cinco millones de parados por culpa de la ambición neoliberal y que se confíe el destino de la nación a la derecha.
  7. Conseguir derechos como el matrimonio homosexual, el aborto o la protección a las personas dependientes, la sanidad y educación universales y estar a punto de perderlos todos.
  8. La congelación de proyectos como el derecho a una muerte digna y no a la que Dios disponga.
  9. Pasar de un Estado Confesional Católico a un Estado democrático aconfesional que concedió a la Iglesia Católica 13.266.216,12 euros mensuales durante 2011. Mensuales, sí. Haga cuentas.
  10. Y esto lo hizo un gobierno de izquierdas. ¿Que nos espera?
  11. Congelar pensiones, bajar salarios a funcionarios, pedir congelación salarial en general y seguir inyectando liquidez a las entidades financieras sin endurecer la legislación de control del sector.
  12. Considerar por un jurado popular que la relación entre Camps y 'el Bigotes' es meramente comercial, a pesar de haber escuchado toda España su ídílica conversación telefónica, con un 'te quiero mucho' incluido. 
  13. Pretender recuperar el potencial económico de España recortando la inversión en Educación y en Investigación y Desarrollo (que ya era exigua antes de la crisis), mientras damos a la Iglesia Católica 13.266.216,12 euros mensuales durante 2011
  14. Regalar a la Iglesia Católica  13.266.216,12 euros mensuales durante 2011 y que se tenga la desvergüenza de mencionar siquiera el 'copago sanitario'.
  15. Tener que aconsejar a los jóvenes más preparados de la historia de nuestro país que se marchen de España.
  16. Pagar el gasóleo a 1,35 euros.
  17. Mantener las Diputaciones Provinciales.
  18. Quitarte el piso el banco y seguir debiéndole dinero.
  19. Tener al 21% de la población bajo el umbral de pobreza mientras la venta de coches de lujo se incrementa. 
  20. Que la Jefatura del Estado se ocupe por vía hereditaria y que el yerno del Rey sea imputado en un caso de corrupción.

NOTA: Hay muchas más acepciones de la palabra Involución, pero la O.M.S. aconseja no conocerlas todas de golpe.


Evolución.


  • Ser español y seguir teniendo ganas de reir, de ir de cañas con los amigos y de disfrutar de un día soleado.

Eso si que no nos lo van a quitar.