domingo, 14 de julio de 2013

Principios.

Es lógico entender que en el entramado mundo en que vivimos, la realidad impide a los políticos cumplir con muchas de las promesas que hicieron, incluso aquellas en las que creyeron profundamente con todos los ideales sobre el tapete.

Los 'lobbies', esos innumerables grupos de presión, cada vez más numerosos y poderosos, son quienes realmente rigen el destino de nuestras vidas. Es algo sabido y asumido, por más que nos duela. Y si ha habido un ejemplo reciente de dirigente idealista sometido a los grupos de presión, sin duda es Barack Obama.

Pero Obama tiene principios, los mismos que le han impulsado enfrentarse a los Republicanos e incluso a pactar con ellos para sacar leyes fundamentales en su programa electoral como un sistema sanitario universal. 

En Alemania o Reino Unido, hemos tenido recientemente casos de políticos de primer orden y máximas responsabilidades que han renunciado a sus cargos por verse envueltos en escándalos de viersos tipos. Eso son principios. Lo de menos es si se es culpable o no. Un político honesto no puede servir al pueblo con la sombra de una sospecha tras la espalda.

Aquí nada de eso. No importa el interés general a la hora de pactar un plan de emergencia nacional como el que debería existir en este país hace años para salir adelante. No importan los ladrocinios de la banca, la responsabilidad de los poderosos que han provocado el desahucio de las familias (la gente ha perdido su casa mientras Blesa está fuera de prisión) y poco importan seis millones de parados. Importa que yo soy el bueno y tú el malo.

No quiero referirme a las políticas de derechas, que por cierto, como si de un embarazo se tratara, me provocan cada día más nauseas. Quiero referirme a la poca clase de los dirigentes políticos, de uno y otro lado, de este país. Porque un político puede no tener la vergüenza y decedencia de dimitir. Pero su partido debe obligarle a ello. Y el partido que en vez de utilizar el falso argumento de 'el otro es peor' asume que 'hemos detectado la sospecha de una irregularidad, y hemos decidido aceptar la dimisión de fulantito...', ese partido ganará votantes. Del mismo modo que impera la disciplina de partido, debe imperar una ética de partido.

Y sí, lo dicho lo hago extensible a los ERE en Andalucía, nadie podrá acusarme de parcialidad. Por supuesto que los implicados deberían estar fuera del PSOE mientras de aclaran los hechos. Claro que por mucho que lo intenten, no es comparable a la complicidad de un Presidente de Gobierno con quién facilitó sobresueldos a todo un partido y aceptó sobornos en nombre de este a empresarios y constructores para conseguir obras públicas (a quién ha abandonado a su suerte, por cierto).
 
Si después de los sms el Presidente del Gobierno no se marcha, se abre la puerta al todo vale, en lo que me temo será un camino sin retorno. Esto ya no son simples fotocopias.

Por mucho que el señor Marhuenda lo defienda a muerte y por mucho que los votantes del PP lo justifiquen, acontecimientos como este hacen que la democracia se vista de luto y que los que queremos creer en ella caigamos en la más profunda de las depresiones. Estos políticos actuales están mancillando el proceso constituyente del que debemos sentirnos tan orgullosos y la transición de consenso que ha servido de ejemplo a tantos otros. 

Son una vergüenza y un insulto a los españoles.


jueves, 7 de febrero de 2013

No pasa nada.

Seré breve. 

6 millones de parados. No pasa nada. 

Banca que ha recibido dinero del Estado por la mala gestión derivada de su avaricia, y que lo paga desahuciando a gente desesperada y sin conceder un préstamo a particulares ni pymes. Banqueros que hunden inversionistas recompensados con puestos en multinacionales. No pasa nada.

Corrupción a unos niveles de disparate, que ponen de manifiesto que quienes han hundido el país tienen sus riñones bien cubiertos. Administraciones centrales, autonómicas y locales pringadas. Caciquismo y feudalismo a todos los niveles. Despilfarro a espuertas cuando los españoles empiezan a tener hambre. No pasa nada.

Recortes en educación, sanidad, investigación y desarrollo, a pesar de ser el puntal de cualquier nación. Tienen en contra a los profesionales de todos los sectores del país, incluyendo la administración de justicia. No pasa nada.

 Subidas de impuestos, de transportes, de luz, de combustibles, de elementos básicos para el ciudadano. Axfisia total. Miembros del Gobierno implicados en sobres de dinero b, la Comunidad de Madrid quiere privatizar la sanidad para que sus amigos se forren con su gestión, el pueblo sin poder respirar y Alemania pidiendo más recortes a los españoles. No pasa nada.

La Iglesia sigue llevándose una partida fantástica de los presupuestos generales del Estado, la Corona nos cuesta un riñón mientras el yerno se cubre el otro. El antiguo Presidente de la Patronal, Díaz Ferrán, nos dijo que teníamos que trabajar más y ganar menos para que el se lo pudiese llevar a Suiza. No pasa nada.

No puedo seguir porque me agoto y me deprimo más de lo que ya lo estoy.

¿No es hora de que pase algo en serio?


miércoles, 9 de enero de 2013

A mi amigo.

El otro día me recordaste, al presentarme a una amiga tuya, que hace 23 o 24 años que nos conocemos. Eramos dos estudiantes universitarios de la facultad de derecho (de la buena, la Complutense, por supuesto) de apenas 20 años. Dos jóvenes comunes, normales, con ilusiones, alegria y ganas de vivir y por supuesto, de experimentar.

Aparte de ser uno de los pocos amigos que conservo de hace tanto tiempo, eres mi primer amigo homosexual. Y sin duda conocerte fue clave para conocerme a mí mismo y aceptarme tal y como soy. Me ayudaste a darme cuenta de que ni era un bicho raro por ser gay ni era, ni mucho menos, el único, y me demostraste simplemente siendo como eres, la falsedad de todos los perjuicios e ideas preconcebidas sobre el asunto, machaconamente transmitidas de generación en generación y de las que, inevitablemente, yo era víctima en primera persona. Y es que nuestros tiempos, eran otros tiempos.

Haber tomado en su momento las riendas de mi vida y situarme en el lugar en el que siempre debí estar, mi salida del armario y decidir ser coherente con quién soy, sin tapujos ni tabúes ni, lo más importante, sin temores, lo debo a tí en gran medida.

Un mes de enero, nada más llegar de las vacaciones de Navidad, me contaste ilusionado que habías conocido a un chico muy majo. Un chico de León, pero residente en Madrid. Y empezastéis a salir. Y me lo presentaste. Y me presentaste a tus amigos. Y me permitiste entrar en tu círculo y, en definitiva, me invitaste a formar parte de tu vida.

Y 21 años después de conocer a ese chico tan majo que por fín este año se ha convertido en tu marido (formalmente, porque obviamente ya lo era hace muchas lunas), hemos sido testigos de muchas cosas. Mis relaciones sentimentales, los primeros trabajos basura, nuestros sueños compartidos, el estreno de vuestra casa, el de la mía, vuestra marcha a Sevilla, mi 40 cumpleaños...

Y ahora he tenido que acompañarte en el suceso más triste que hayas tenido que vivir hasta ahora. Y te he visto sufrir y llorar. Y sé que cuando me toque, que me tocará por Ley de Vida, allí estarás tú, apoyándome y alentándome. Y es que la amistad es amor y tu y yo nos queremos por muchos años que pasen. Y que la vida es eso, compartir momentos buenos y malos. Y que aunque nos separen los kilómetros seguimos tan unidos como siempre. Y eso es lo que cuenta, ¿verdad?.

Y dicho todo esto, sólo quiero añadir la felicidad que siento al ver el cariño y apoyo que siempre te da tu marido, y su familia, que hizo un montón de kilómetros desde León en un día de espesas nieblas para acompañarte en tu dolor, y el cariño recíproco que los tuyos le dan a él, como no puede ser de otro modo. 

No necesito decirte lo que siento lo ocurrido porque es ahondar en lo obvio. No necesito decirte lo feliz que me hace ser vuestro amigo. Y no necesito decirte lo orgulloso que me siento de esta familia de dos miembros. Pero aún no siendo necesario quiero hacerlo. 

Y aún nos quedan muchas cosas por compartir. Buenas y malas claro, pero es la vida. Ahí estaremos.