Siempre defiendo que con educación el mundo funcionaría mejor. Los problemas entre individuos, son la mayor parte de las veces conflictos de convivencia. Y estos se resuelven respetando unas elementales normas de educación, que no son otra cosa que reglas que regulan esa convivencia. Y viceversa, no son pocos los enfrentamientos que se originan a partir de una infracción en las reglas básicas de educación.
El problema es que la educación concebida como regla social se ha desvirtuado. El bienestar del individuo que todos defendemos y que hemos logrado que prime sobre ciertos viejos convencionalismos sociales, han provocado que en ocasiones olvidemos que vivimos en comunidad.
Me explico. Ya no estamos dispuestos a hacer determinadas cosas que, por ejemplo, nuestros padres si harían a pesar de no desearlo, por el hecho de 'no quedar mal'. Determinados compromisos sociales, por ejemplo. O familiares, como visitar a una prima soltera de nuestra madre el único día libre que tenemos. Hace años había que ir. Hoy hemos racionalizado esos compromisos en aras de un 'carpe diem' revivido y cada vez más presente en nuestra sociedad actual.
Ha habido una transformación: determinadas cosas ya no son cuestión de buena o mala educación. Sino que son fruto del compromiso y del mero aparentar social. Y es obvio que un logro de las generaciones presentes es el saber decir 'NO' a determinadas 'supuestas obligaciones'. El YO prevalece sobre el TU. Y hasta cierto punto eso está bien, hay que saber decir 'NO'. Y hemos aprendido, quizá para que no nos ocurra como a nuestros padres, a ponernos en nuestro lugar. Esto sin duda es un avance.
¿Dónde está el problema entonces? En que este cambio de prevalencia de los intereses propios sobre los ajenos, implica una modificación en las rígidas reglas tradicionales sobre convivencia. Se ha producido una laxitud en las normas de educación que no siempre se ha encaminado razonablemente.
Algunas sobre cuestiones meramente formales sin demasiada importancia. El 'usted' va dejando el paso al 'tu' a pasos agigantados, por ejemplo. Antes el 'usted' se dirigía, por supuesto, siempre a personas mayores, pero también a los desconocidos, a los jefes, a dependientes o camareros, a todos aquellos con los que no mantenemos una relación de cercanía (salvo autorización del contrario, claro). Ahora el usted está casi en desuso. Preguntemos a los latinos que residen en España, a quienes les cuesta entender el uso del tu.
Pero otras nos han llevado a cuestiones de fondo: la defensa de los intereses individuales in extremis ha conducido a que los prepotentes sean aún más prepotentes. A que quienes se creen superiores a los demás ahora se consideren los amos de mundo. Una defensa del YO mal entendida se refleja en nuestra vida cotidiana: en el trabajo, en un restaurante o en una sala de cine o nuestros propios vecinos. Todos podríamos citar un montón de ejemplos diarios. A todos se nos viene a la mente el tipo que se salta los 'ceda el paso', o no respeta la preferencia en las rotondas o no pone los intermitentes porque no le da la gana. Esto es una cuestión de respeto y educación, nada más.
Que si, que ya lo se. Que maleducados y prepotentes y estúpidos los ha habido siempre. De acuerdo. Pero a dónde quiero llegar es que en otro tiempo, las normas de educación era compartidas uniformemente por un mayor número de personas y la reprobación era mayor. No es que el número de energúmenos fuese menor. En la actualidad, la subyacente relajación de las normas han originado, en mi opinión, que el reproche social sea cada vez menor. Esto es, cada vez admitimos con más benevolencia determinadas actitudes, que a mí, al menos, me siguen sacando de quicio.
Para aquellos que hayáis llegado hasta aquí sin dormiros, os pediré que cambiés la palabra 'educación' por 'respeto a los demás'. ¿A que ahora no suena tan 'rancia' mi reflexión?. Y es que la idea de convivencia va ligada inseparablemente con el respeto a los demás.